lunes, 2 de noviembre de 2009

Y lo siento, cada noche

*

Con sólo escuchar aquella canción, con sólo sentarme en esta silla sin espaldar – la cual, muy pronto, me produjo dolor de espalda-, con sólo encenderme esos tres cigarrillos que yacen convertidos en cenizas en el fondo de un improvisado cenicero - mis mejillas se tornarían de un color rojo intenso si te digo de qué va la forma y de qué está compuesto tal cenicero-, con sólo beberme casi toda una botella de Tequilla dorado, yo solo,... -odio utilizar puntos suspensivos cada vez que intento que mis pensamientos se traduzcan en algo escrito; últimamente recurro mucho a los puntos esos ( quizás es que ya no tengo nada para decirme; la verdad, creo, nunca he tenido nada para decirme a mi mismo; a la muestra el botón de que estoy escribiendo, nunca antes había escrito un apéndice de nada). Con sólo mirar por la ventana: me doy cuenta de cuanto te extraño, Natty.

Le he puesto a leer a mi compañero de cuarto , un negro alto y que se ve que pasó su triste vida en un gimnasio barato, eso que te acabé de escribir y me dijo:“basura, uno no le escribe a una muerta".

Natty, ayer me violó La Tullida, ella gritaba: “Hija, hazte de cuenta que eres tu". Nunca me contaste que ella te llegó a tocar eso que entre tu y yo era único, Natty. Venganza, es la palabra que más utilizo últimamente. Quiero creerme que no estás muerta, pero igual, quiero creerme que algún día voy a superar tu ausencia.