sábado, 12 de septiembre de 2009

*

Lenta, muy lenta, demasiado lenta una gran nube negra cubre totalmente el sol. Parece que va a llover. Pasan los segundos, los minutos, las horas, llega la noche. En todo este tiempo he tratado de hablar otro idioma, me incliné por el francés. Ya me sé una canción en francés entera: Non, rien de rien, non, je ne regrette rien, ni le bien qu`on m`a fait, ni le mal tout ca m`est bien egal, non, rien de rien, non, je ne regrette rien…

- En serio, creí que se iba a largar una súper tormenta, pero nada. – dice Clau mientras guarda su sombrilla con muñequitos impresos de las Chicas súper poderosas. Siempre me han gustado las Chicas súper poderosas, en especial Burbuja. Pero, obvio, no se lo hago saber a Clau. No quiero que ella se entere que comparto algún gusto suyo.
- Ya era hora que guardaras esa sombrilla. – digo sin susurrar, asegurándome que ella me escuche.
- Hoy, Natty, estás de una actitud.- dice ella.
- ¿Qué actitud?
- Pues, pues… no sé cómo decirte.
- Hmmm, ok.

**

- Natty. Ahora, cuando fui a comprarte la comida se me acercó un señor.- dice Clau.
- ¿Y?- le pregunto sin mucho interés, la verdad. Clau me tiene acostumbrada a eso, a contarme historias de señores que le dijeron esto y lo otro, historias donde por lo general ella terminaría desnuda y en cuatro patas, follada hasta la medula en alguna habitación de un hotel.
- Pues esta vez no es nada que tenga que ver con sexo. – dice.
- Hmmm, bien, bien. – digo.
- El señor me dijo: “Las personas estamos sometidas a seguir tres pasos: nacer, crecer y morir. Sobriedad, borrachera y resaca. Lo único que a veces nos diferencia de las otras personas son los secretos que tiene cada quien.”
- ¿Y qué mejor manera para sacar a relucir los secretos que un señor que está borracho?
- Estoy hablando algo serio, Natty.
- Bueno.
- El señor luego añadió: “Ahora yo le voy a contar mi secreto... mi secreto es: Deje así… No vale la pena el esfuerzo.”. Creo, Natty, que me estaba hablando de ti. No vale que tu y yo seamos almas gemelas, algo no está funcionando.
- ¿Cómo qué algo no está funcionando?
- Natty, creo que tú estás mejor sin mí.

Es verdad. Que te vaya bien en la vida Clau.

- No, Clau. ¿Por qué estaría mejor sin ti?, tú has sido la mejor amiga que he tenido en toda la vida- digo.

Sin saber empiezo a llorar a moco tendido. Tal vez Clau me vaya a hacer falta.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Así vivimos los zombis

*

Son las 6:30 am, desde ya éste día da indicios de que no va a ser bueno, pero y así y todo ya me estoy acostumbrando. Ningún día, desde hace mucho, me depara algo bueno. Y no es que la pase mal; ya los hombres de La Tullida no me torturan como sí lo hicieron los primeros días, cuando estaba yo recibiendo zendo golpe en la cara inmediatamente después de levantarme del piso por el golpe que me tiró hacia este. Me dolía todo el cuerpo en ese entonces. Ahora, con el tiempo, el dolor se ha vuelto un placebo en una esperanza de que pase algo, que de nuevo me vuelva a inquietar por sentir cualquier cosa.

**

El tipo al que estamos esperando nos dijo que estuviéramos cumplidos porque o si no empezaba sin nosotros. Una hora de retraso lleva. Una hora que bien la pude dormir en mi cuarto cárcel asignado. Una maldita hora en la que me la he pasado, en un parqueadero al aire libre, mirando ir y venir a una hilera de hormigas gigantes rojas. Estamos esperando por el que nos dirá a quién tenemos, esta vez, sacarle información apunta de cachazos de pistola.

- A esta hormiga, la más grande de todas, la voy a llamar Didier.- digo.
- ¿Didier? – pregunta el tipo gigantón que me acompaña y que está vestido como Don Johnson en Miami Vice.
- Sí.
- ¿Y por qué Didier? Esa hormiga no tiene cara de Didier.
- Hmmm, sí tiene cara de Didier.
- Madrugar, y que nos dejen esperando por más de una hora, te tiene alucinando.
- ¿Qué hora es? – pregunta otro gigantón, el que es el chofer del carro que nos llevará a nuestro destino de sed de sangre.
- Las siete y media – dice gigantón Don Johnson.
- Yo estoy aquí desde las seis en punto. – dice el chofer.
- Ah no, a usted si lo compadezco.- digo. Compasión, algo que ya no sé qué es.