domingo, 23 de agosto de 2009

Confesiones

*

La primera vez que hablamos era de noche. Yo estaba borracho. Tú te acabas de escapar de tu casa por primera vez. Tenías en la mano una sierra desechable, te veías exhausta. Respirabas, exhalabas, apoyabas tus manos en tus rodillas. Sudabas a mares. Llevabas una pantaloneta gris y una camiseta blanca casi transparente que hacía que se te notaran los pezones porque de la carrera que tenías al escapar, se te olvidó ponerte sujetador. Te miré de arriba abajo y de nuevo te miré de arriba abajo; mi primera erección contigo.

-Usted, tanto mirar hacia mi ventana ¿y nunca se le ocurrió coger una sierra, escalar por la pared de mi casa y salvarme de la tullida? - me dijiste con la voz entrecortada. La verdad, no se me ocurrió, ya ves. Lo siento. Pero te dije que no, que lo que intenté fue derribar la casa entera con el poder de mi mente, menos tu habitación.- ¡Estúpido!- me atacaste.

- Esos botones no son de esa camiseta.- yo, dándote la razón en lo de que soy estúpido, te respondí señalando tus tetas. Ese día me diste la primera cachetada, luego me desmayé.

Al otro día abrí los ojos y el sol, al frente mío, me dada en la cara. Tú rostro entró en mi plano periférico tapando a el sol. Parecías un ángel. Llorabas. En tus labios parecías suplicando algo.

- ¿Eres Dios?- pregunté.

Dos segundos más tarde vi cómo la Tullida te alejaba de mi, devolviéndote a tu habitación cárcel. Inmediatamente patadas en el estomago y en la cara me dieron los hombres de la Tullida, advirtiéndome que me alejara de ti. Era la primera vez que escapabas, y yo estaba tan borracho. Y me cuidaste la borrachera. Natty, Te extraño mucho, mucho.

sábado, 15 de agosto de 2009

La luna no es de queso

*

Aprieto mi nariz con mis dedos, cierro los ojos y me sumerjo en el agua, hasta el fondo. ¿Qué canciones existen sobre la muerte? Por más que intente recordarlas no doy con ellas, al menos no canciones que me gusten. Cinco segundos después, de nuevo, estoy en la superficie. Cinco intentos de morirme ahogada. Cinco fracasos.

- Natty, ¿no piensas salir de esa piscina? Llevas más de dos horas allí metida, no has desayunado ni almorzado, me preocupas. – dice Clau, mi mejor amiga, o al menos eso es lo que dice ser ella desde hace unas semanas. En el hospital, cuando ya se habían llevado a Debby y bajé con precaución por las escaleras, Clau se atravesó en mi camino, me compuso el brazo, me lo enyesó y ¡zas!, de repente ya éramos almas gemelas según ella.
- Ya salgo.- le digo.
- “Ya salgo”, es lo único que dices. Me aburren mucho los que siempre están diciendo que van a hacer algo y luego no lo hacen. Natty, no seas así.
- A mí me aburren mucho las personas que esperan algo de mí, luego sus caras de decepción no me las aguanto, son horribles.- susurro.
- ¿Dijiste algo, Natty? … óyeme, ¿podrías ayudarme en algo?- dice Clau.
- No, muérete.- últimamente me he hecho una experta en susurrar, ¿existen concursos sobre el susurro?
- ¿Qué? No te escuché, Natty.
- ¿En qué puedo ayudarte, Clau?
- Con las tiras del bikini. De nuevo no puedo despegármelas de la espalda, me arden.
- Por Dios, Clau, te he dicho mil veces que dejes de usar esas tiras transparentes, son feas e incomodas.
- ¿Si me ayudas?
- No, sé que lo que intentas es hacerme salir de la piscina.

¿Alguna vez tuve “grandes sueños”? si los tuve, cómo era de suponer, terminaron en pesadillas, o cómo mejor se le puede llamar: realidad. Algo que rescato de la realidad:… el sexo. Sexo, sexo, sexo, llevo pensando en eso desde que ya no estás conmigo, Debby. Estabas borracho la primera vez que lo hicimos. Mi primera vez. Fue un desastre. Debby ¿qué habría sido de nosotros si nunca te hubiera dado una segunda oportunidad?, ¿estarías felizmente con otra mujer? …Obvio que sería una mujer fea. Maldita sea, hubiera preferido que ese día en el hospital la Tullida nos matara a los dos, que no te sacrificaras y que nunca me hubiera ayudado Clau a sufrir esta maldita soledad, a estar sin ti. Mis lágrimas ahora hacen parte del agua de la piscina. Debby, me pregunto si te habrán enterrado en algún cementerio, podría averiguar cuál es y podría ir a visitarte. Cuando te visite te voy a llevar flores, aunque nunca supe si te gustaban.

- Natty, ¿de nuevo estás llorando?- me pregunta Clau.
- No, estoy sudando por los ojos, Clau estúpida. – definitivamente ganaría el concurso de susurros. I miss you Debby.

lunes, 3 de agosto de 2009

Guns´n Roses, ¿te gustan?- preguntó

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A veces cuando me sentaba en la ventana de mi habitación cárcel, el viento traía consigo la triste melodía de una guitarra acústica que a mi parecer sonaba destemplada. No me importaba que sonara así, me gustaba esa melodía, se acoplaba a la perfección a mi situación: niña encerrada, triste/ guitarra destemplada, triste/ un acorde, una lágrima; ambos ritmos sincronizados a la perfección. Años después, cuando empecé a ver y a entender películas, me hice a la idea de que desde muy niña era afortunada al tener banda sonora propia, banda sonora que me acompañaba sin tener que darle play a un equipo de sonido, armonía que llegaba con el viento, de la nada… banda sonora que dejó de sonar de repente al aparecer Debby en mi vida. Recuerdo que Debby una vez intentó reproducir esa melodía con una guitarra que pidió prestada claramente para eso en una casa de empeño, pero fracasó, ¿y cómo iba a tener éxito si nunca la escuchó?, Debby, Debby.

**

Debby mira el pavimento mientras, obligado a punta de pistola por dos hombres de La Tullida, camina a paso lento, saliendo de la terraza de este hospital. Estoy arrodillada detrás de un cubo de basura, observo la situación. Me muerdo el labio inferior con ímpetu y no puedo parar de arrancarme con los dedos los cueritos sueltos que tengo al lado de las uñas. No puedo evitar llorar, no era esto lo que quería… Quiero gritar… si grito entonces no le van a creer a Debby que alcancé a escapar y él no… qué plan tan “genial” el dejarme sola, que buena "solución"… Mierda, Debby, no te tenías que sacrificar. Definitivamente, a veces, los hombres no entienden nada…

Debby, iré por ti. Te amo.