miércoles, 29 de noviembre de 2006

TERESA

Voy, vengo, camino hacia la derecha, camino hacia la izquierda, corro como alma que se la lleva el diablo hasta el escaparate donde sé que se guardan las pilas para cualquier adminículo que las necesite. Mi mamá está insoportable desde que se le ocurrió la maravillosa idea de enclaustrarse en su cuarto: Me duele la espalda, me duelen las manos, me duele la artritis, me duelen los ojos, tráeme las pilas para el control remoto del televisor, tengo hambre, mija Teresa, apúrese. Mierda, no veo nada y doy un traspié entre la pared y una mesa.
¡PRAFFF!

Necesito gafas.

- ¡No destroces la casa Teresa!- Grita mi madre desde su habitación.- ¿Y que pasa que no me traes esas pilas?
- ¡No destrozo nada mamá! Sólo me tropecé.

Soy torpe, horriblemente torpe. Las paredes y yo somos enemigas. De tanto darme golpes contra ellas ya desarrolle una especie de anticuerpo contra el dolor. Ya los golpes no duelen como antes. Soy torpe. Todo objeto que tenga una textura lisa en mis manos es un peligro, las pilas se me resbalan y van a parar al piso rodando por las escalas.
¡TRIN, TRIN, TRIN!

Mierda.

Bajo las escalas, recojo las baterías. Vuelvo a subir las escalas con cuidado de no tropezar con algún escalón. Estas escalas me traen recuerdos. Una vez, cuando era niña, resbalé en un escalón, rodé por las escalas y me fracture los brazos. Quede completamente inútil durante un tiempo; me tenían que dar la comida, llevarme al baño, bañarme y vestir. A mamá, en ese entonces, nunca se le veía por la casa y papá era el que me cuidaba. Papá cada vez que me bañaba o me vestía se interesaba más y más con mis partes privadas.
UN DEDITO ENTRA AQUÍ, OTRO DEDITO ENTRA ALLÁ.

- ¡Teresa, estoy esperando las pilas!
- Ya las llevo, estoy subiendo las escalas.
- ¡Pero ¿Por qué te demoras, Teresa?!
- ¡Que ya voy!

Subo el último escalón. Empiezo a caminar por el pasillo. Sin querer me quedo lela mirándome en el espejo que está en la entrada del cuarto de mi mamá. Miro mi rostro, mis tetas, me acomodo el sujetador y, acordándome que en una hora voy a estar en una fiesta, se me viene a la cabeza Lorena. Lorena con todas sus pecas alrededor de los hombros. Lorena con su pelo negro tan brillante. Lorena con sus ojos negros y sus labios tan sensuales. Lorena con su piel blanca y sus senos tan grandes.
ESTOY ENAMORADA.

- ¡¿Pero que tanto haces Teresa?!

Entro en el cuarto. Siento un ligero olor a marihuana y veo que en un cenicero puesto en la mesa de noche hay un porro recién apagado, que al lado del cenicero hay varios condones y que no lejos de estos hay un vaso de whisky. Mi mamá está acostada en la cama, tiene un gorro de goma en su cabeza y está desnuda.
VEO SUS PEZONES ROSADOS TAN GRANDES EN SUS TETAS TAN GRANDES. VEO SU SILUETA TAN ESBELTA. SU ABDOMEN PLANO, SU PIEL LISA Y ME DOY CUENTA QUE HEREDÉ ESOS PEZONES, QUE HEREDÉ ESAS TETAS, QUE HEREDÉ ESA SILUETA. ESTOY TAN ORGULLOSA DE MI MAMÁ.

- ¿Qué? ¿Te vas a quedar ahí parada mirándome?
- Mamá ¿Por qué estás desnuda?
- Hace calor.

En la cama, al lado de mi mamá, regadas por la sabana, hay varias revistas porno y una agenda de cuero negro donde se lee con letra imprenta y letras blancas: MIS AMANTES.

- ¿Y por qué ese gorro en tu cabeza?
- ¿Debo darte explicaciones por todo lo que hago?
- No mamá, pero me parece raro que uses un gorro y andes desnuda por la casa.
- No ando desnuda por la casa ¿Se te olvido que no salgo del cuarto?
- No, no se me olvido… mamá ¿Cómo consigues la marihuana y el whisky?
- Ya sabes que generalmente tengo mis invitados.
- Me siento demasiado boba al preguntarte cosas tan obvias.
- Nunca fuiste una niña inteligente Teresa, no tienes porque sentirte boba.

LO DICHO: MI MAMÁ ES INSOPORTABLE.


Camino hacia ella y le entrego las pilas, sonríe mirando con ojos vacíos el control remoto mientras le coloca las pilas, luego hace a un lado las revistas porno, coge el porro del cenicero, lo enciende, le da dos, tres, cuatro fumadas y lo apaga. Deja de nuevo el porro en el cenicero y empieza a pasar canales con el control deteniéndose más tiempo en aquellos con carácter religioso y violento. Mi mamá parece una niña chiquita estrenando juguete.

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