jueves, 30 de noviembre de 2006

TERESA

Enciendo el carro. Acomodo el retrovisor y los espejos de los lados, siempre los acomodo. Meto el primer cambio y ligeramente voy quitando mi pie del embrague, piso el acelerador hasta el fondo. Voy retrasada por más de una hora.

El viento se cuela por la ventanilla. Cierro la ventanilla. Me prendo un cigarrillo de Marihuana. Noto como mis ojos se hacen pesados pero no tienen sueño. No tengo sueño. Hace días no tengo sueño. Y sin embargo vivo soñando con Lorena. Con sus pecas, con su sonrisa, con sus ataques de histeria. Sueño con ella de arriba a abajo. A veces con sólo verla ya sé que esto es un sueño.

Enciendo el pasacintas. Suena Traición de Azafata. Subo el volumen y canto: ¡PARECE QUE LO HICISTE BIEN, MEJOR QUE LA ÚLTIMA VEZ, ROBASTE UN NUEVO CORAZÓN Y LO LLENASTE DE DOLOR, QUE FÁCIL SE TE HACE EL SUFRIMIENTO SIN RAZÓN, QUE FÁCIL SE ME HACE ODIARTE CON TODO MI AMOR!. Apago el cigarrillo con mi saliva. Me siento bien. Es un buen cuelgue. Soy una sonrisa de oreja a oreja. Soy todo lo que desee. Soy cero paranoia. Soy cero yo.

Vuelvo a cantar: ¡QUE INÚTIL ES QUE SIGA PIDIÉNDOTE UNA EXPLICACIÓN, QUE INÚTIL ES QUE SIGAS EVITANDO MI HUMILLACIÓN, YO SÉ, NO ES NADA FÁCIL PEDIR O PODER DAR PERDÓN, PERO SERÍA MÁS FÁCIL QUE PODERME OLVIDAR DE VOS!.

Mis ojos ahora están más cegatones. Las luces de la noche se vuelven difusas. Sé que estoy cerca de la casa de Lorena. No veo una mierda. Desacelero. Piso el freno hasta el fondo.
¡SHIIINNNNNN!

Necesito gafas.

El auto se desliza varios metros por el pavimento. Mi cabeza da un traspié hacia delante. Mis tetas se aprietan al cinturón de seguridad y me duelen. Pezones erectos al contacto de la correa, eso me excita. Siempre frené así. Lorena está acostumbrada. Una vez mandé a mi mamá a la clínica con el cuello roto, pero nada que fuera grave. No pasa nada.

Excitarme tampoco es nada raro. Me trae recuerdos: Mi papá me enseño a conducir cuando yo tenía catorce años y siempre, cuando iba a meter los cambios, mandaba su mano a mi entrepierna. Mis pantalones, mis calzones nunca estaban en su sitio y era una sensación molesta, insoportable.

Mis ojos se aclaran y veo al otro lado de la calle un edificio que creo reconocer, pero no sé de donde. Un edificio grande, gris y llamativo para la arquitectura del barrio. ¿Por qué lo conozco?


ES EL EDIFICIO DE LORENA.

No hay comentarios: