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David mira una vez más hacia atrás, se cerciora si de verdad han perdido de vista a los hombres de la Tullida. Natalia le da una bocanada a su cigarrillo.
- Natty, tenemos que seguir, antes de que nos vuelvan a encontrar los hombres de la Tullida. – dice David.
- Siempre nos encontraran, Debby.- dice Natalia.
- Pero no quiero que sea ahora, Natty.- dice David.- Sigamos.
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– Óyeme Debby, de tanto correr me debo ver espantosa. – Dice Natalia exhausta y con su brazo adolorido mientras se sienta y se recuesta contra un gran cubo de basura en la terraza del hospital. – Quisiera tener un espejo en este momento.
- Se cae el mundo y tú siempre tan oportuna con tu vanidad.- Dice David mirando para todos los lados, buscando alguna salida.- Y si te digo que te ves hermosa, igual no me vas a creer.
- No es momento para que me digas eso, Debby. – dice Natalia.
- Lo sé, nunca es el momento... para mí. – dice David.
- ¡Debby, escúchame!
- Baja la voz, Natty, que se van dar cuenta que estamos aquí.
- Ya lo saben.
David se sienta al lado de Natalia y la abraza.
- Déjame tener alguna esperanza de que podemos salir de esta sin quedar con la apariencia de un queso gruyere. – dice David.
- Debby. – dice Natalia.
- Natty. – dice David.
- Dime que estoy hermosa.
- Estás hermosa, Natty.
- No te lo creo, ni siquiera me miraste al decírmelo.
- Toda mi vida te he mirado y no te he dicho nada, qué contradicciones.
- ¿Y qué más te da que me mires otro ratico y esta vez si me lo digas?
- Natty, no es momento para esto.
- Debby, no te robes mis dichos.
David asoma su cabeza por la orilla del gran cubo de basura, se certifica que nadie esté allí, buscándolos. Natalia mira las pocas estrellas que se ven en un cielo negro, nebuloso, contaminado de tanta luz que hay en la ciudad.
- Me gustaría vivir en el campo, en el campo se pueden ver todas las estrellas. – Dice Natalia.
- A pesar de que son sólo tres estrellas, mi constelación favorita es el cinturón de Orión, y esa se puede ver desde cualquier ciudad. – Dice David.- No me gustaría vivir en el campo, Natty.
- Lo sé. A mí tampoco me gustaría, con solo pensar que voy a oír grillos o sapos o cualquier bicho raro apenas anochezca me quiero enloquecer… Debby, en la ciudad deberíamos ver las estrellas. – dice Natalia.
- ¿Qué te puedo decir, Natty? Ojalá en la ciudad pasaran muchas cosas.
***
Pero ese día no tenía ganas de hablar nada. Por eso no le dije que la quería. Que ella es mi hija adorada, la única; no me importa su hermano para nada, es un malogrado desde que nació. No le dije que cualquier cosa que se interponga entre ella y yo, puro amor de madre, no puede ser, no puede existir, no puede crecer, tiene que ser exterminado desde su raíz. Para una persona como yo es tan difícil demostrar sus sentimientos. Me dicen la Tullida, un sobre nombre cierto y bien puesto, pero injusto. Estar condenada a un bastón, te lo digo: es una cosa que tú que tienes las piernas buenas no te lo imaginas. La rabia que he acumulado todos estos años sobre pasa cualquier cosa.
- No maten a Natalia, pero si lo hacen… bueno, lo tendré qué sobrellevar.- digo golpeando con mi bastón a un inútil de estos que tengo por hombre de confianza. Mis hombres de confianza son un asco, apenas estoy aprendiendo sobre ello, sobre elegir quién te puede seguir.
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- Debby… ¿Alguna vez vamos a tener nuestras propias acciones y no haremos más parte de una historia mal escrita?... A veces siento que nuestras vidas son como las imagina alguien que se niega a seguir una rutina aburrida como: levantarse, bañarse, comer, ir a trabajar en algo en lo que se siente cansado, llegar reventado a la casa, ver televisión, quizás masturbarse, dormirse y de vuelta a lo mismo: levantarse, bañarse... ¿por qué toda nuestra vida, Debby, ha sido un drama?- dice Natalia.
- Natty, te puede sonar raro, pero de alguna manera creo que somos privilegiados, nadie más que nosotros puede contar que nos persiguieron, que nos dispararon y…- dice David.
- ¿Y qué escapamos?
- Sí, y que escapamos.
- ¿Si crees que vamos a escapar?
- Sí.
- Cuéntame cómo vamos a escapar.
- Ok. Explota una bomba en el primer piso. Empieza a caer el hospital, piso por piso, y nosotros dos salimos expedidos, volando por los aires, hasta caer en el carro. Yo caigo en la capota, me fracturo un brazo para compensar tu brazo fracturado, el Karma hay que compartirlo. Y tú caes directamente en el asiento del copiloto, das tres toques en el capo del carro y me abres la puerta para que maneje. Y escapamos.
- Suena poco creíble. Y no es tu culpa que me haya fracturado un brazo, así que el karma aquí no es compartido.
- Si tú sufres, yo sufro.
- Algo poco creíble. Tengo un mejor escape.
- Dímelo.
- Desconectamos a un moribundo, le robamos la camilla, nos montamos en ella, cogemos impulso y nos lanzamos de la terraza hasta la calle.
- Buen escape, ¿Pero de dónde nos conseguimos a un moribundo?
- Bueno, entonces nos vamos rodando en el bote de basura.
- ¿Se mete Natty en el bote mientras Debby lo rueda, luego Debby se monta haciendo equilibrio, y volamos?
- No, nos tiramos de la terraza y nuestros amigos, allá abajo, nos ponen un gran trapo para que rebotemos.