sábado, 4 de julio de 2009

¡Esa chica es un don de Dios!

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La Tullida y sus cinco hombres acuerpados, altos, con traje negro y armados con sendas pistolas 9 mm niqueladas irrumpen en la sala de urgencias.

- ¡De aquí no se mueve ni el putas o sino balín es lo que lleva! – dice uno de los hombres de la Tullida.
- ¿Qué es esa expresión, “balín es lo que lleva”?, dejé claro que no podían decir nada de eso.- dice la Tullida.
- Perdón.- dice el hombre de la Tullida.
- No demuestren que vienen de un barrio bajo, por Dios.- dice la Tullida.

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- ¿Por dónde fue qué nos dijeron que era la otra salida, Debby? – Le pregunta Natalia a David mientras caminan con mucha prisa por uno de los pasillos del hospital, dejando atrás la sala de urgencias.

Por el apuro de escapar, el brazo fracturado de Natalia no fue enyesado, sino puesto en un cabestrillo de vendas y un dulce abrigo que por alguna razón el doctor que la atendió tenía en un bolsillo de su pantalón. Natalia recuerda, fugazmente, el haberse extrañado cuando el doctor sacó ese dulce abrigo: “¿quién demonios anda con un dulce abrigos en el pantalón?”.

- Supuestamente es después de este pasillo, Natty.- Le dice David a Natalia, se lo dice por no preocuparla, David no tiene la menor idea de hacia dónde se dirigen; cuando el doctor le dio la explicación de la ruta de salida alterna, en lo único que pensaba David era en salir vivos de aquella sala de urgencias, y que no fueran a descubrir que en realidad tiene un revólver de mentiras.

Se oyen dos disparos y luego un golpe seco contra el piso.

Natalia y David se tiran al piso, luego se ponen en cuclillas e inútilmente se cubren con las manos. Miran el cuerpo sin vida de una enfermera que por allí pasaba, la pobre recibió por error los dos disparos que iban dirigidos hacia ellos.

- Mierda Debby ¿qué vamos a hacer? – dice Natalia.
- Mierda, no lo sé ¿de dónde nos dispararon? – dice David.
- Corramos Debby.

David asiente, se incorporan y empiezan a correr, otros dos disparos pasan zumbándoles las orejas.

- ¡Pero qué idiota eres! ¡Tiene más puntería mi tía Gertrudis que es ciega y sufre de artritis en los dedos! - grita la Tullida desde alguna parte del pasillo.

Natalia y David llegan hasta unas escaleras, agitados las empiezan a subir.

- Debby, tengo mucho miedo. – dice Natalia.
- Yo también tengo mucho miedo… recordé cómo y cuándo te vi por primera vez, cómo te conocí, Natty... fue en una sala de urgencias, yo acompañaba a mi mamá, mi papá casi la mata ese día.- dice David.
- Debby, no es momento para eso.
- Lo sé.

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