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Lo único que recuerda Natalia de su niñez son dos adultos discutiendo y abofeteándose el uno al otro; uno alto, corpulento, canoso, hombre, y el otro bajito, gordo, pelo teñido de rubio, apoyado en un bastón, mujer. Los recuerdos más recurrentes de Natalia son el de cuando el adulto apoyado en el bastón le cortó una oreja con un abre cartas al adulto corpulento, y, cuando el adulto corpulento sucumbió de un edificio cayendo veinte pisos abajo. Con el segundo recuerdo toda la atención recaería sobre Natalia, y su vida pasaría de “la chica que nadie determina” a la de “la chica que es culpable de todo y hay que encerrarla, apartarla, ubicarla en cuarentena como si tuviera la lepra”.
Natalia oye una voz, una voz que se le hace familiar, a lo largo de su vida no ha oído muchas voces que se le hagan familiares, se pasaba aislada horas y horas mirando por la ventana de su habitación cárcel, se pasaba horas y horas odiando al adulto del bastón, o mejor dicho como a ella le gusta decirle: la Tullida. Ahora sabe que la voz es de David, o como ella le dice: Debby.
Natalia mira fijamente a David que está parado frente a ella en esas escaleras del hospital.
- ¿Me dijiste algo?- pregunta Natalia.
- Creo que perdimos a los hombres de la Tullida.- dice David.
- Que bien, no quiero correr más.- dice Natalia.
- Natty,… perdóname por mentirte con lo del revólver de mentiras, si fuera de verdad ya hubiéramos escapado, si no hacía que me vieras como el chico al cual hay que temerle, quizás nunca te hubieras ido conmigo, perdóname por meterte en esto. – Dice David.
- No te tengo qué perdonar nada, Debby… Deberían dejar fumar en sitios públicos, en sitios como este. Me comen los nervios. – dice Natalia.
- Fuma, nadie te lo impide, después de todo estamos huyendo, podemos romper todas las reglas.- dice David.
Natalia asiente, David le da un cigarrillo y se lo enciende. Natalia da una profunda bocanada.
- Un día te despiertas y descubres que tu vida siempre gira en torno a borrachera en la noche y resaca al otro día, alcanzas a sentirte mal, te da remordimiento, sientes culpa, pero por otro lado ¿sentirte mal por qué?, ¿remordimiento de qué?, ¿culpa de qué, acaso has matado a alguien, o le has robado a alguien o..?. – Dice David.
- Prácticamente si le has robado a alguien, a la Tullida.- Dice Natalia.
- No le robé nada a la tullida, ella no es tu dueña. – dice David.
- Y además la plata que tenemos en el maletín es de ella. – dice Natalia.
- No le robamos, es un préstamo… pero déjame terminar la idea, mis disculpas: Te levantas de la cama, caminas hasta el baño, bebes agua del grifo, te das un baño, tarareas Five Years de David Bowie, te vistes, miras cuanta plata tienes en tu billetera y vas y te compras una botella de ron y un paquete de cigarrillos, hay que celebrar que te puedes dar esos lujos.
- Pero te das cuenta que nadie está al lado tuyo para que la celebración sea LA CELEBRACIÓN ¿esa es la idea?
- Sí, ahí entras tu, quiero que siempre celebres conmigo.
- Perdóname si en este momento no tengo ánimos para celebrar una mierda, quiero dejar de sentir dolor por este puto brazo fracturado, quiero que la Tullida no nos esté persiguiendo.
Natalia mira hacia el piso, hace una mueca de dolor, después de unos segundos mira a David.
- Debby,… gracias por entrar en mi vida. - Dice Natalia sonriendo.
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¿En qué momento te empezaste a enamorar de ella? ¿Cuando te dijo eso de “Tengo visiones de noche, una de las visiones eres tú, eres el elegido”?
1 comentario:
"Un día te despiertas y descubres que tu vida siempre gira en torno a borrachera en la noche y resaca al otro día"
Saludos.
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