viernes, 12 de junio de 2009

Una bomba entre nosotros

*

Es una habitación mugrienta, que huele a moho. Repica el teléfono que está ubicado en una mesa de noche cerca de donde estoy yo. Estoy desnudo, dormido y acostado en una cama; si es que se le puede llamar cama. Tengo una erección, sueño con recuerdos del día anterior: una escena de sexo puro al aire libre; se la soñarían en una película pornográfica. Y cómo sé que sueño, tengo ganas de masturbarme. Pero me despierto de golpe al escuchar el teléfono. Como por inercia estiro el brazo derecho hacia la mesa de noche y agarro la bocina.

- ¿Aló?- pregunto.
- Hola. ¿Me recuerdas? – dice una mujer al otro lado de la línea.

**

Tengo un revólver calibre 38 en la mano, le estoy apuntando a la cabeza de un hombre que está arrodillado en el pavimento a pocos metros de mí. Natty, de 22 años, rubia, delgada y hermosa, está abrazada a mí espalda, me susurra algo que no alcanzo a entender, pero que igual no me importa, lo más seguro es que es asunto de mujeres; asuntos que no me interesan.

Estamos parados en mitad de la calle. Por lo que sé, la calle está sola, ni un alma asomada a una ventana, ni un alma que pueda llamar a la policía.

El hombre, temblando, saca unas llaves de automóvil de uno de los bolsillos de su chaqueta. Natty camina hacia él y recibe las llaves con una sonrisa. Esa es mi nena.

***

Sigo sentado en esa habitación horrible, sostengo el teléfono entre mi oreja derecha y mi hombro, me estoy encendiendo un cigarrillo. Todavía tengo la erección, sé que tengo que terminar con ella, eso es seguro.

- Claro nena, ¿Cómo olvidarte? – digo.
- Eso me alegra. Me hace sentir un poco única ¿Si sabes a lo que me refiero, no?- dice ella.

Miro mi erección, está a punto de estallar por sí sola.

En la radio suena Rock and Roll All Nite de Kiss. Estoy al volante del automóvil que minutos antes le robamos a ese hombre todo desagradable, calvo, gordo, bajito, muy bajito. Voy conduciendo a toda castaña; a unos 200 klm por hora, es todo lo que da este tiesto. Naty está sentada en la silla del copiloto, canta la canción de Kiss a todo pulmón.

De un momento a otro Natty me besa en la boca, empieza a lamerme el cuello y luego el pecho, no se molesta en al menos quitarme la camisa, luego va bajando hasta mi entre pierna. Oh, oh, Blow job.

*****

Tengo una mano en mi entrepierna. Sigo con el teléfono en mi oreja, tengo el cigarrillo encendido en la otra mano.

- Aja, sé a lo que te refieres. Eres algo especial, nena. ¿Lo sabías?- digo.
- Aja, lo sé.- dice.
- Y muy bien que lo sepas, eso te hace más interesante.
- Gracias, eres todo un caballero.
- No, gracias a ti por ser toda una hermosa dama.
- Mmm, ya te extraño.
- Yo lo mismo, y Carlitos lo mismo, ¿Sí sabes a lo que me refiero, no?
- Claro, Carlitos debe sentirse muy solito, necesita algo de calorcito.
- Aja, mi mano no es lo suficiente calurosa, necesito un sol, pero… se supone que estarías aquí.

Primero miro la cama y luego el resto de la habitación. No veo a nadie.

- ¿Dónde estás? ¿De dónde me estás llamando? ¿Natty?

En ese momento oigo que abren la puerta. Miro hacia la puerta y veo que Natty, con un maletín color naranja en sus manos, está entrando en la habitación.

- ¿Me hablas?- me pregunta Natty.
- Perdón ¿con quién estoy hablando?- le pregunto a la del teléfono.
- ¡Ja ja ja! Adivinad pedazo de cabrón.¡SOY LA PUTA VIEJA TULLIDA, COMO EN OCASIONES EH OIDO QUE ME LLAMAS, Y QUE, JUNTO A SUS DOCE NEGROS GUARDESPALDAS, QUIERE METERTE UN PALO BIEN GRUESO POR DENTRO DEL CULO PARA QUE ASÍ DEJES DE ANDAR CON...!

Miro a Natty que en el momento tiene cara de interrogación.

- ¡Mierda Naty, era la tullida!
- Pero ¿cómo putas supo dónde…- Naty interrumpe la frase, parece que está cayendo en cuenta de algo, algo que se le olvidó. De repente suelta el maletín y, angustiada, se sienta en el borde de la cama. Saca un paquete de cigarrillos de su chaqueta, saca un cigarrillo del paquete y lo enciende con una zippo plateada que también saca de su chaqueta.

- Fuck! Debby, sorry, sorry.- Dice.- Debió seguirme cuando fui a mi puta casa.

De un tirón me levanto de la cama. Empiezo a buscar mi ropa. Me empiezo a vestir.

- ¿Fuiste a tu casa? ¡Mierda, sabias lo peligroso que era ir por esos lados! Y ¿Se puede saber para qué fuiste?
- Por malparida ropa, por puto maquillaje... sorry Debby, sorry.
- ¿Para qué necesitabas toda esa mierda? ¡La hubieras podido comprar maldita sea!, ahora tenemos plata, ¡mucha plata!

Camino hasta el armario y de este y saco un maletín color azul.

- ¡Mierda Natty, la vida no es sólo andar por ahí con una cara bonita!

Abro el bolso, el fajo de billetes que hay dentro sigue intacto; Natty no lo tocó, Natty es leal, solo que es un poco tonta. Al lado del fajo está el revólver calibre 38. Saco el revólver y me lo coloco en el cinto, justo atrás de la cadera. Cierro el bolso, me lo trepo al hombro y camino hacia Natty, la agarro de un brazo y la arrastro conmigo. Natty alcanza a coger su maletín naranja antes de que salgamos de la habitación. Mira mi entre pierna.

- Debby, tienes una erección.

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