lunes, 30 de abril de 2007

DANA Y LOS CIGARRILLOS

Al final de todo, ella entornó los ojos, pero me ofreció
un cigarrillo.
Ignacio Wild

5. DANA

-¿No trajiste fotos? – dice un hombre muy grande, gordo, con canas y la nariz chata. -¿Para que viaja uno a otro país si no trae fotos?

- No sé, mi vida allá se complico. - Le responde Dana.

- Sí, pero al menos hubieras tenido la delicadeza de tomar alguna foto.- El hombre agita su puño en el aire y se impacienta. Suda frio.- ¡Quiero saber como se veía mi chica en la Argentina! ¿Es mucho pedir? Por ejemplo: ¿por qué tú pelo está más blanco?

- ¡Tuve que hacerlo!- responde Dana.- Ese chico, James, fue algo especial para mí. Nunca conocí a alguien más especial que él. Gracias a Dios que se me puso por delante un...

Esto no me va llevar a ninguna parte, debo centrarme en Dana. Si quiero saber en realidad lo que pueda ella estar haciendo en este momento, no debo inmiscuirme en mis relatos. Dana nunca se enamoro de mí. El mundo no gira en torno mío. Eso es lo que me decía mi padre: “Tomás, el mundo no gira alrededor tuyo”. Siempre quise creer que mi padre estaba equivocado, pero no, simplemente soy otro tipo más al que le brilla la nariz cuando está emocionado. A todos nos brilla la nariz, sí. Pienso en que: De verdad que es extraña la manera en que se embrollan las vidas de las personas y luego es más extraña la manera en que ese embrollo llega de nuevo a su fin.

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