Acelero hasta el fondo. Pasó un semáforo en rojo. No miro por el retrovisor ¿Para qué? Sé que nos están siguiendo.
- ¿Estás segura que puedes manejar?
- Sí ¿Cómo voy?
- Bien, aunque ya te montaste varias veces al andén.
Mis manos tiemblan. Le doy una calada a un cigarrillo que tengo entre mis dedos mirando mis ojos por el espejo retrovisor y luego más allá, en el fondo, el carro que nos sigue. Teresa me quita el cigarrillo de los labios.
- ¿Van muy atrás?
- Creo que sí, sólo veo mis ojos.
- Yo siempre veo tus ojos.
El cigarrillo ahora está en mis labios y necesito botar las cenizas. Abro la ventanilla. El viento se cuela y deshace el cigarrillo. Las cenizas se desparraman por todo mi cuello. Algo me quema. No importa. Tiro el filtro a la calle. Cierro la ventanilla. Acelero hasta el fondo. Enciendo otro cigarrillo. Las luces deformes de la noche son bonitas.
¡TRATRATRA, RAANNNNGGGGG!
Creo que me monté en otro andén. O sólo las ruedas pisaron algo. Un animal muerto. Una ilusión muerta. Más muertos para la noche. Para la nostalgia. Para el olvido.
- Vas muy rápido.- Tenemos que escapar.
- Ya no estoy tan segura. Estoy cansada.
Vuelvo a recibir el cigarrillo tras varias caladas que dejaron la punta del filtro babeada y con un sabor agridulce: Es la melancolía que viene y que hasta por la mañana no desaparecerá con una nota escrita a mano diciendo: Te conozco chica, te hago falta, no serías nada sin mí, por eso me llamas a tardes horas de la noche o cuando se te antoja, así que hasta mañana o hasta ahora, nos estamos hablando chica, sabes donde encontrarme. Yo siempre estoy ahí cuando no estoy contigo, lo sabes ¿Eh?
Quiero dormir. Mi cuerpo no es otra cosa que estática... ¿Tengo miedo? Siempre viene el miedo, el miedo de que me guste de una vez por todo éste exterior maldito y que revivan las ilusiones que maté hace un buen tiempo. Eso no estaría bien. ¿Qué sería de Teresa si eso pasara?
¡RAANGGGGGGG!
Ahora viene otro semáforo en rojo. No puedo detenerme. No nos pueden alcanzar. Estaría mal ¿Por qué nos están siguiendo? AH SÍ, MATAMOS A UNA PERSONA.
- Matamos es paseo, no debes echarte la culpa. Tú no hiciste nada.
- Tú y yo estamos juntas en todo.
- No somos Batman y Robin.
- Es lo que siempre me dijiste... alguna veces pienso que siempre quisiste dejarme de lado.
- Nunca. Yo te quise mucho.
- Como dice el dicho: El amor es eterno mientras dura. Sé que en algún momento dejaste de quererme.
- ¡CUIDADO!
- ¿Qué?
¡SHINNNNNNNNN! ¡PRAFFFFFF! ¡SHINNNNNNN! ¡PRAF, PRAF, PRAF, PRAFF! ¡PAF!
I had seven faces Thought I now which one to wear But I'm sick of spending these lonely nights Training myself not to care The subway is a porno The pavements they are a mess I know you've supported me for a long time Somehow I'm not impressed But…
- Apaga el radio, esa canción me deprime.
- Si pudiera lo apagaría. Lo prendiste tú.
- Sí, pero no me gusta la música tan triste.
- Lo sé.
- Me duele la cabeza, como si parte de mi cerebro faltara ¿Qué pasó?
- Chocamos y volcamos. Gran parte de tu cabeza quedo esparcida por el pavimento.
- No te veo ¿Dónde estás?
- En el espejo retrovisor ¿Dónde más?
- Aquí, a mi lado.
- Teresa sabes que eso no puede ser.
- Lo sé. Estás muerta.
- Bien dicho. Ahora tú también vas a morir.
Acomodo el retrovisor con mi mano ensangrentada. Me miras a los ojos. Te miro a los ojos: Dos ventanas oscuras por donde veías pasar la vida. Siempre usaste delineador negro y eras hermosa. Hermosa como yo.
- Eres muy hermosa Teresa. Siempre lo serás.
- Tú que sabes, me abandonaste al igual que la loca de mamá y el pervertido de… papá.
- También era mi papá, no lo olvides.
- Como olvidarlo, eras mi hermana favorita, siempre me estabas protegiendo de papá.
- Lo sé, era tu única hermana.
- Lorena ¿Por qué lo hiciste?
- Ya lo sabes, leíste la nota que dejé para ti en la mesa del comedor, al lado de las fotos que tomé para ti, al lado de mi cuerpo.
- Que lindas quedaron esas fotos.
- Gracias, eras una buena modelo.
- Es porque estaba dormida.
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- Por favor, apaga el radio y déjame dormir.- Yo también tengo sueño.
- Vas a morir.
- Lo sé.
- Adiós Teresa. - Adiós Lorena.FIN (AÑO 2003).
La fiesta está en otro lugar, pero no sé si quiero la fiesta. En mi estado todo me da igual.
Cuando mañana me despierte, con resaca a bordo, no voy acordarme de nada; y por eso soy feliz.
La felicidad es la tristeza disfrazada porque cuando me despierto al otro día, por alguna razón, siempre me duele la cabeza.
Como cuando era niño y siempre andaba jugando esos juegos que se solían jugar con mis primos y otros niños del barrio. Y al final se terminaban y tenía la seguridad que había sido timado porque ¿Y la diversión? Entonces al final más triste me sentía.
Aunque la tristeza no era del todo completa porque luego me decía, con el pecho en alto, los pulmones llenos de aire, los puños cerrados, una sonrisa en la boca y mirando de reojo a Natalia Gallego, la chica más bonita de la cuadra, que justo antes de jugar me sonrío: “A la próxima será”.
Y venía el gran suspiro de felicidad.
Y todo era esperanza.
Y todo era verde.
Y todo era blanco.
Y las palomas eran bonitas.
Y Natalia Gallego era la más bonita.
Que inocente era ese tiempo, y que inocente y corrompido es el tiempo ahora. Sí, la fiesta está en otro lugar, pero no sé si quiero la fiesta.
- ¿Jugamos al escondidijo? - Preguntaba Álvaro, mi primo dos años mayor que yo.
Y toda la patota de la cuadra Jorge Iván, Johnny, Yarley (Hermana de Johnny), Mónica, Paula, Natalia Gallego, Sandra (la muda), Alejandra, Manuel (mi otro primo), Mosco, Mico, el primo de Mico, Pepe, otros sin nombre y yo, lo jugábamos. Pero no todos disfrutaban: los más grandes y los más bonitos – Álvaro, Manuel, Johnny y Mosco- siempre se acaparaban todo el regocijo. Las chicas bonitas – Natalia Gallego, Mónica y la muda- siempre les guiñaban un ojo y les indicaban donde se iban a esconder, y claro, esos escondidijos eran de los más rebuscados; ni sus madres los encontraban cuando horas más tarde los llamaban a comer y los amenazaban con atizarlos a correazos por el lado de la hebilla. Y en esos escondidijos se daban besos con lengua y se magreaban. Y DESPUÉS NOS LO RESTREGABAN EN NUESTRAS CARAS DE PERDEDORES.
- Me besé con Mónica.- decía Álvaro.
- La muda me dejó tocarle las tetas.- decía Johnny.
Y después ya no se jugó más al escondidijo. Conocimos la cerveza, el vino, el ron, etc. Y aquí estamos unos años después.
Estoy cansado. Mis pies me duelen porque creo que ya me alejé bastante de donde estaba ¿Dónde era, en una fiesta?
Sí, estaba en una fiesta y ahora me acuerdo que fui por cerveza para una amiga ¿Amparo? ¿Paula? ¿Teresa? O ¿Fue por un amigo? ¿Pedro? ¿Carlos? ¿Walter? ¿El tipo con el que hable sobre Chasing Amy, mi película favorita? ¿Por qué resulté caminando fuera de la fiesta?
La fiesta está en otro lugar, pero no sé si quiero la fiesta.
Camino y camino y estoy tan cansado. Veo un muro donde puedo descansar un momento. Y me siento. Caigo de espaldas al pasto. Después de todo bebí para quedarme dormido.
Mis parpados se cierran o bueno, al menos eso es lo que parece.
¡CAIGO EN UN POZO, ESTO YA LO CONOZCO, CAIGO EN UN POZO, NO PUEDO HABLAR CON OTRO, CAIGO EN UN POZO, ME ESTOY SINTIENDO SOLO, CAIGO EN UN POZO, ME ESTOY VOLVIENDO LOCO! Es lo que canta la multitud desaforada y con ansias de un suicidio individual o un ¿suicidio colectivo? Ellos quisieran imitar la suerte del cantante de Flema “Riqui Espinosa” y tirarse, así como lo hizo él, por el balcón. Pero en esta fiesta no hay balcones. Volar sólo en sueños, es mi predica. Volar sólo con drogas, es lo que aplico.
¡CAIGO EN UN POZO, MIS OJOS ESTÁN ROJOS, CAIGO EN UN POZO, ME ESTOY SINTIENDO SOLO, CAIGO EN UN POZO, ME ESTOY VOLVIENDO LOCO! Y estoy loca, estoy en la luna. Las pastillas, los dos nuevos porros, los porros en casa de Lorena hacen que no me quiera mover de este sitio. Y no sé que sitio precisamente. Todo da tantas vueltas. Todo es difuso. Todo es caos. Todo es tan hermoso.
¡CAIGO EN UN POZO, ME ESTOY SINTIENDO SOLO, CAIGO EN UN POZO, ME ESTOY VOLVIENDO LOCO! ¿Por qué estoy sola? ¿Por qué terminé aquí? Esas son las eternas preguntas. Yo soy la chica de las eternas preguntas; ese fue el apodo que en mis en tardes de niñez y adolescencia me gane a pulso, y digo a pulso literalmente.
- ¿Papá eso es su pajarito?- preguntaba.
- Sí Teresa, aunque se le puede llamar de muchas formas: Pene, Pipi, Picha, Pija, Polla, Palo, Falo, Chimbo, Tomín, Verga, El cabezón, El mechudo, El tuerto, Cíclope, La Santísima Trinidad, Rodrigo. Yo prefiero que le digas Rodrigo.
- Aah.- decía yo con la boca abierta.
¡CAIGO EN UN POZO, MIS OJOS ESTÁN ROJOS, CAIGO EN UN POZO, ME ESTOY SINTIENDO SOLO! ¿Por qué estoy sola? me pregunto en voz alta ¿Por qué terminé aquí? Me pregunto en voz baja.
-Vamos Teresa no estás sola.- me dice una voz. Es la voz de Lorena.
PERO NO VEO A LORENA.
Veo una mancha negra, una nada ¿Por qué siento que me muevo y mis pies dan tumbos? Mis pies, son tan hermosos.
¡PAFF!
- Vamos Teresa, no es el momento para que te des contra las paredes.- de nuevo dice Lorena.
- ¿Cuál pared?- pregunto.
- Esa que tienes en tus narices y que estás manchando de sangre.
- Sangre, siempre sangro. Las paredes son mis amigas.
¡TRA TRAA TRAAA!
- Vamos Teresa, no es el momento para esto.
- ¿No es momento para qué?
- Para esto Teresa.
Vuelvo a ver los colores. Siento algo húmedo en la espalda ¿Mi sangre? no estoy segura.
Ahora los colores forman la silueta de Lorena que me mira. Es tan hermosa. Sus pecas. Sus ojos negros. Su pelo. Su mal humor. ¿Está de mal humor? No, no puede ser. Ella nunca estuvo de mal humor conmigo. Yo siempre me comporté divinamente con ella. Ella siempre se comportó divinamente conmigo.
VAMOS TERESA, LEVÁNTATE DE ESE PUTO CHARCO DE CERVEZA DE UNA PUTA VEZ, TENEMOS QUE SALIR RÁPIDO DE ESTE PUTO LUGAR.
- ¿Por qué?
- Porque maté a alguien.
- Eso siempre me lo dijiste. Mataste tus ilusiones.
- Ahora es distinto. Maté a una persona.
- Mierda.
- Eso digo.
Ella se levanta del piso. Agarra una botella de cerveza. Camina hacia la gorda. Le atiza un buen golpe en la cabeza. La botella se rompe y la gorda cae desparramada en el piso. Empieza a sangrar. Ella, la violenta, le da una buena patada, luego otra y otra. Salta sobre la gorda, dos, tres, cuatro veces. La escupe. La escupe. La escupe. Le arranca los piercing de las orejas, de la nariz, del ombligo. Le clava la botella rota en el cuello. Y luego, sin más, se va.
Todos nosotros nos miramos unos a otros. No entendemos nada. Todo fue tan rápido. Uno de los tipos que están a mi lado pregunta rascándose la cabeza.
- ¿Cat fight?
Yo le doy un sorbo a mí botella de cerveza mezclada con un poco de ron y para variar vino tinto, el blanco no me gusta. Me limpio la boca.
- Sí, loco. Acabamos de ver una cat fight. Y sin pagar. Y lo mejor de todo es que triunfó la belleza.- le digo dándole una pitada al porro que alguien, no sé quien, me pasó.
- Sí, está rebuena.- Dice otro.- Sí, es hermosa, literalmente.- digo para mí y entonces, viendo como la sangre de la gorda chorrea por el piso, sonrío.
En la pista de baile veo a Pedro con su cara de niño desprotegido. Me dan ganas de abrazarlo.
- Aguante Flema.- Me dice Pedro con su acento raro.
- Sí, aguante Flema.- Le digo.
- Ejtoy que no entiendo naá. Ejtoy para atrá. Ejtuvimó en un bar toda la tarde y luego nó bajamó una botesha de Fernet con Coca Tomás y sho anté de venir y ahora lá birrá con ron. Lá cosá que pintan, cualquiera. Ah, también fumamó. Somó cualquiera. Cualquiera. ¿No me regalá un cigarrisho? El Tomás me ló chorío. Tomás borracho ej cualquiera.
Le doy el cigarrillo. Se lo enciendo. La gente bailando me empuja. Me gusta. Me gusta el Punk cuando se trata de chocarse contra cuerpos desconocidos y llenos de sudor.
- Tomás me hizo shamar a Diana y no sabía que hablarle.- dice Pedro.
- Ah, eso no me lo contó ahorita que hablé con él. ¿Hasta cuando va a seguir con eso?
- Sí, ejo. Yo le dije a Diana al teléfono “Ey que onda, que pajá por tu cabeza” y no sabia que má decirle. Sho le hacia señá a Tomás para que me dijera que decirle, pero él no me entendía así que sho seguí con lo míjmo “Ey que onda, que paá por tu cabeza” y esha no me entendía. Hajta que Tomás me quitó el teléfono y le hablo.
- ¿Y qué le dijo?
- Nada, que sho le había quitado el teléfono y la shamé.
- Ahí está pintado Tomás.
- Sí, ej cualquiera. Ahora no sé donde anda. Dejde que entrámo a la fiejta no sé que se hizo. Tiene mi shavé.
- Él estaba conmigo pero se fue y no volvió.
- ¡Ja! A ese le pinta caminar. Debe ejtar caminado por ahí. Ahora me toca bujcarlo. Siempre me lo encuentro en cualquiera. Debe ejtar en cualquiera.
- Sí.
- Teresa, voy a bujcarlo. Hablamó má tarde.
- Lorena.
- ¿Qué?
- Soy Lorena.
- Ah sí, eso. Chau, nó vemó.
Veo a Pedro alejarse y luego me veo bailar con los pies escuetos en semicírculos y de vez en cuando en el aire chocándome, pogueando, contra una gorda. Una gorda cariñosa que en el pasado fue mi amiga. Ahora ella me da un buen golpe que me quita el aire y las ganas de todo lo que tal vez pueda desear de está fiesta, del mundo. Aterrizo en el piso y mis rodillas, junto a mis brazos que se apoyan para no darme de bruces contra otros pies que saltan, me duelen. Voy a matar a la gorda es lo que pienso mientras ya sentada en el piso, de la manera más incomoda y recuperando el aire, la miro. Se ve feliz, pero yo infeliz, y no lo puedo soportar porque si soy infeliz tiene que ser por mi propia cuenta, así que: VOY A MATAR A LA GORDA.
- Un Exnovio me regaló la otra vez unos frenos de ortodoncia.- le digo a un tipo que se acercó para que habláramos ¿Hablar de qué? Quiere que me vaya con él a la cama, y lo sé porque no sabe disimular. Él está a mi derecha.
- ¿Frenos de ortodoncia? Que regalo tan gracioso.- dice el tipo de la izquierda con un tarro de agua en la mano, medio enano, pelo largo que tapa sus entradas de calvo, un cigarrillo sin encender en su boca y que se me presentó diciéndome: “Hola, soy Jairo”. Éste, antes del tipo de la derecha, luego de presentárseme, me dijo que yo era tan hermosa, pero tan hermosa que le daba ganas que se lo chupara en el baño. Le dije que no, que no lo chupo en los baños y que de hecho no lo chupo porque sí.
- Los novios por lo general nunca saben dar regalos, nunca saben nada de nada, no saben follar.- dice el tipo de la derecha. Recién me doy cuenta que es mujer: tiene tetas chiquitas, pero al parecer lleva una faja porque sólo las ves si te detienes a observarla con atención.
Yo no suelo observar con atención a nadie salvo que me interese. A Teresa la observo siempre. Su expresión con los ojos cerrados es de niña remilgada. Recuerdo también que me pasaba horas enteras observando a mi hermana. Tenia ojos achinados y reflejaban una ligera tristeza que me conmovía hasta casi ser felicidad. Tenía el pelo negro como la desolación que hay en mí. La observaba entera, vestida, desnuda, sonriendo y llorando. Le tomaba muchas fotografías al igual que hago con Teresa cuando está dormida. Quería mucho a mi hermana y quiero mucho a Teresa.
- La polla de mis Exnovios no me hicieron ni escalofríos. Creo que fue una de las principales causas del porque me volví lesbiana- le dice la lesbiana al tipo de la izquierda ¿Cómo se llamaba, Jairo?
- La polla sólo es una cosa ahí larga que vomita cada vez que se excita.- digo por decir algo. Esta conversación se me hace demasiado aburrida.
- Eso demuestra que el hombre no es inteligente, piensa con la polla. Y la polla sólo tiene un ojo, alguien inteligente debe tener los dos ojos. ¿Acaso el cíclope era inteligente?- la lesbiana.
- No tienes polla, no follas. Follar es penetración.- dice Jairo humedeciéndose los labios con agua del tarro.
- No tengo polla, pero tengo un hueco que chupa información, la trabaja y luego se la guarda si quiere. - la lesbiana.
- Aunque los frenos de ortodoncia que me regaló mi Ex me gustaron. – Digo encendiéndome otro cigarrillo.- Aún uso esos frenos cuando me siento bien; cuando ya no es de día sino la noche y entonces me dan ganas de salir. Los tengo en los bolsillos.
- Muéstralos. – la lesbiana.
- No. Son sólo para mí, no se comparten con nadie.- digo sumida en un bostezo.- La fiesta no viene nada mal.
- Sí, no está nada mal. Hay mujeres hermosas como tu. Para mí eso basta.- dice Jairo encendiéndose por fin el cigarrillo.
- Sí, afortunadamente existen personas como yo.- digo.- ¿Me lo chupas en el baño?- es lo que le oigo decir a Jairo a la lesbiana mientras yo le doy una bocanada al cigarrillo y dejo una estela de humo tras de mí al separarme de la pared y caminar hacia la pista de baile.
¿Por qué me enamoro de cada mujer que veo? Y ¿Por qué estas mujeres no están a mi alcance y me destrozan el corazón sin hacer el mínimo esfuerzo?
Pues porque soy un ser insignificante, medio enano, con grandes entradas en la cabeza que delatan una próxima calvicie que, desesperadamente y sin éxito, el pelo largo trata de cubrir, y que, además de muchos otros defectos que no vienen a colación, también escribe chistes tontos para una pagina en Internet llamada ASCO que, sencillamente, ES UN ASCO.
Pero y ¿La segunda pregunta?
La respuesta es sencilla:
¡Estoy desesperado!
¡Llevo años sin tener un polvo y sencillamente me niego a pagar una prostituta!
A todas las veo hermosas, incluso a la gorda aquella que está en el pogo derribando a sus análogos punkys como un puñado de bolos: Su cresta roja en la cabeza me enloquece y estoy seguro que con esos piercing en sus labios, nariz, orejas, ojos y ombligo fusiforme podría inventarme algún jueguito interesante y hasta podría entretenerme un rato jugando al fútbol con sus grandes glándulas mamarias. Pero, aunque quizás más tarde lo intente con ella cuando esté más drogada y simplemente su voluntad se vaya al carajo, prefiero más a la chica de pelo negro brillante, con ojos ¿negros? – es difícil distinguir los colores con estás luces neón-, pecas en los hombros, tetas grandes y hermosa que está en apoyada en la pared del fondo devorando su cigarrillo con la furia de una gata en celo cuidando de su camada; Tal vez devore otras cosas, tiene cara de que sí.
Y sí ¿Por qué no intentarlo con ella? Está sola. Además intentarlo con una chica así de hermosa y con cara de que todo le importa una mierda es menos vergonzoso si uno fracasa, una chica así no recuerda nunca a los que están por debajo, una chica así sólo recuerda a sus equivalentes, una chica así, obvio, simplemente nada le importa. Ni una polla desconocida dentro de su húmedo coñito. Si fracaso, en fin, coño es coño. A por la gorda.
¡NO VA MÁS, BASTA YA, NO SOPORTO LA ESCUELA, DÍAS ABURRIDOS, PRISIONEROS! La multitud silueteada por las luces estroboscopias canta a todo pulmón esa canción de Flema. Bailan al unísono en voces ahogadas, furibundas y llenas de ironía. ¡TE DIRE QUE HACER, HOY VAMOS A ENLOQUECER, NO SOPORTO AUTISTAS COMO AYER, ESCUPIREMOS AL DIRECTOR, MEAREMOS AL CELADOR, INCENDIAREMOS TODAS LAS AULAS! Es una fiesta punk y estoy mareada.
EL PUNK Y YO A VECES NO LA VAMOS, ESO ES LO QUE PASA.
- La corriente es otra cosa y lleva a otra parte. El refrán: “cuando el rió suena piedras lleva” es ficción.- dice Tomás mientras estira torpemente su mano para apoyarse en la pared. Está totalmente borracho y sin disimular no aparta la mirada de mi ungido escote. Sí, sé que le gustan mis tetas. Todos los hombres son iguales, él no es la excepción aunque sea mi amigo.
Me enciendo un cigarrillo.
-Es diferente: El fin de semana no puede ser problema porque sigo con lo mió y una noche es una noche de más, que no es más de eso.- digo después de una bocanada a mi cigarrillo y ver que el humo formó un pequeño circulo alrededor de mis ojos y luego se desintegró en el aire.- Ese dicho no se aliviana hasta que digo: “Mi promesa sigue en pie, llevo meses sin salir de día y hasta noto que me han crecido los colmillos”.
- Bah, eso quisieras.- dice Tomás sacándose también un cigarrillo y resbalando un poco por la pared hasta volver a apoyar su mano, esta vez en mi hombro.- ¿Encendedor?
Le paso el encendedor y le muestro mis dientes que apenas pueden verse a la luz de neón.
- Me crecieron los dientes de los lados más largos que los del centro, pero en un momento indeterminado de mi adolescencia pararon de crecer.
Él enciende su cigarrillo con dificultad, me tira el humo a la cara, me devuelve el encendedor y sonríe a la nada.
- Ahora están creciendo de nuevo.- le digo, me apoyo en la pared y miro a los que vinieron a esta fiesta. Estoy aburrida.
- Es parecer mió, pero ¿La fiesta apenas levanta? Y ya estoy borracho.
- Sí. Ya estás borracho, viniste borracho.
- Ah sí, verdad. ¿Quieres una cerveza?
- Un ron estaría bueno. Un whisky mejor.
- Teresa,... soy un genio.
- Lorena.
- ¿Ah?
- Soy Lorena.
- Ah sí... Soy un genio Lorena. Soy un genio... voy a por algo para tomar.- dicho esto Tomás quita su mano de mi hombro, le da una bocanada a su cigarrillo, vuelve a ojear mi escote casi con la cara puesta en él y se lanza dando tumbos entre la multitud a buscar ron o whisky o lo que sea.
Le doy una bocanada al cigarrillo. Tiro el humo hacia las luces.
Le doy otra bocanada al cigarrillo. Tiro el humo hacia las luces.
Le doy otra bocanada al cigarrillo. Tiro el humo hacia las luces.
El cigarrillo se acaba. Me enciendo otro.
Oigo campanas en lo que sería una nada oscura. Yo, una nada en un mundo que es nada y que para nadie significa nada. La nada es donde no hay horizontes y yo vuelo despacio buscando los rastros rojos que perdí en mis días y que dejé en las sombras por la tarde. En esa nada vuelo descalza y llego corriendo a donde hay una luz de neón que me indica que por fin al otro lado de la colina debo alzar la mano para ser feliz y dejar la suerte para los despiadados. El problema es que es nada y es un sueño. Soy feliz en esos sueños aunque sean una falacia porque al fin y al cabo son sueños. Sueños con olas de dolor que nunca fueron pasión de verdad y que nunca me enseñaron a evitar lo demás donde fui y nunca quise ser porque nunca lo fui. Tal vez seré otra cosa, pero no. La idea de esos sueños no es esa. Aunque me demuestren que pueda haber felicidad en alguna parte del mundo me niego a creer que sí.
En fin, es un sueño y oigo campanas. Campanas que tintinean, campanas que sonríen y bailan al son de un ritmo extraño. Y ahora son campanas que parecen canto de pájaros grandes y sin alas. Pájaros que rectan por el suelo como si fueran serpientes negras y rojas y una raya blanca a la mitad, raras serpientes. Siempre le tuve miedo a las serpientes. Ahora, adulta, el miedo no es otra cosa sino algo lejos muy lejos de mí. Podría decir que maduré pero la palabra no me llega. Tampoco es ahora soy otra cosa porque no lo soy, soy yo pero distinta. ¿Soy campanas? ahora sé que estoy dormida.
Abro los ojos y lo primero que veo es mi almohada llena de sudor frío. Odio cuando me despierto. Maldigo al Dios que no es y que es poco probable que exista con su túnica y su barba de muchos días y su mal olor por el desodorante que nunca usó. Ahora sé que esas campanas eran el timbre que suena en la puerta y sí, es Teresa que viene por mí.
Teresa, Teresa, Teresa. Dormir, ay Teresa me hubieras dejado seguir durmiendo.
Me levanto de la cama sin muy pocas ganas de caminar hasta la puerta que abro con los ojos dormidos y, por lo que pican, sé que llenos de lagañas. Ella con la expresión de un condenado a muerte me besa en la boca, en las axilas, en las tetas y yo sólo le sonrío.
Con apuro cierra la puerta y entra en la casa y se choca contra una pared, se lleva mi mesa, donde desparramo la cocaína, hasta la cocina arrastrándola a sus pies. Al parecer no se dio cuenta, pero me tiró al piso todo un lote de coca y yo la maldigo en silencio.
- Hey Teresa ¿Te interesa? – le digo arrodillándome y esnifando todo el polvo que regó ella por el piso.
- Lorena con las ganas que tenía de verte ni sé que hago.- Me dice ella saliendo de la cocina y tropezándose conmigo y cayendo al piso en vuelta canela. Rueda hasta una pared y se rompe la nariz. La sangre le corre por las mejillas.
- Mierda Teresa.- Esnifo más y más polvo hasta que también me sangra la nariz.
- Acaban de tomarme por puta.
- Es nuestra condición de damiselas, putas somos todas.- le digo tirándome encima de ella.- objetos sexuales somos para los ojos de todos y, la verdad, no importa una mierda. Tranquilízate. Es luchar contra la marea, contra una pared de ladrillos.- La beso la nariz. Me sorbo toda su sangre y entonces la beso en los ojos, que aún no cierra.
- Me besaste mientras tenía los ojos abiertos.
- Fue un error de puntería.
- Lorena, pensé mucho en ti allá afuera.
- Pero ¿Sólo allá afuera? ¿No piensas en mí ahora?
- Lorena, sabes que me gustas mucho.- dice y me quita las lagañas de mis ojos con su lengua roja y larga.
- Pero ¿Piensas en mí ahora?- le pregunto.
- Estamos juntas ahora. Una encima de la otra.
- ¿Y? ¿Quieres decir entonces que el fin de estar con alguien es no pensar en ese alguien cuando se está con él?
- Algo así.
Llevo mi cabeza a su cuello y le paso mi lengua por toda su piel blanca hasta llegarle a la oreja. Su pelo huele a shampoo. - Yo pienso en ti ahora.- Le susurro al oído.
No sé como llegué hasta éste edificio ni como llegué hasta la puerta del apartamento de Lorena. No sé como subí esas escaleras ¿Por qué no utilicé el ascensor?. Lorena vive en el séptimo piso.
¡TUN TUNN!
Ahora espero. Espero. Espero. La espera me mata. La vida siempre es una espera a que algo pase: Ese fue mi pensamiento filosófico de la noche.
Cuando ya estás acostumbrada nada pasa, al menos nada que te sorprenda. Conocer a Lorena no fue nada sorprendente... sin embargo...
Abro mi cartera. Saco un cigarrillo. Me enciendo el cigarrillo. Soy tan feliz en éste momento.
La silueta de un hombre se mueve por el pasillo. Es escurridizo y se mece de un lado para otro. Parece borracho. Es un hombre gordo, calvo y viejo... ahora que está cerca de mí, me doy cuenta de que en realidad es una mujer gorda, calva, vieja, demacrada y muy borracha. Mi papá lucía así, cuando empezó el tratamiento para el cáncer y le hicieron todos esos análisis que hacen perder el pelo. Me daba lastima. Esta señora me da lastima.
- Buenas noches niña.- Me dice la señora.
- Buenas noches señora.- Le digo.
- Niña, deje el cigarrillo ahora que está joven. Antes que sea demasiado tarde. Mire niña, yo me fumaba dos paquetes diarios y ahora estoy apunto de morirme. Tengo cáncer.
- Mi papá también se fumaba dos paquetes diarios y también se murió de cáncer. Yo sólo me fumo un paquete.
- Yo empecé así, con uno.
- De cualquier forma todos nos vamos a morir... ¿Está borracha?
- Sí, así es niña. Estoy borracha. Me encontré con unas viejas amigas y nos pegamos una buena borrachera. Brindamos por los viejos tiempos.
- Ah.
De nuevo toco el timbre de la puerta.
¡TUN TUNN!
- Pero sobre todo brindamos porque aún estamos vivas.- dice la señora con la cabeza gacha. Veo que está triste.
- Buen brindis señora, supongo.
- Sí niña, la vida es buena,... pero injusta... me voy a morir... Mis amigas ya no son las de antes y siempre tienen en los ojos esa mirada de lastima para conmigo. Me siento tan sola. Y sabes qué niña, extraño mucho el estar con alguien... Cuando era joven y bella nunca me faltaba en la cama una chica así como tú, hermosa, alta, con pechos grandes. Así como tú. Pero luego me volví vieja y enferma, y bueno, aquí estoy, totalmente sola. Sólo me quedan mis gatos.
La miro a los ojos. Ella me mira a los ojos.
- Quisiera recordar esos viejos tiempos niña. Quisiera que alguien, así como tu, me los hiciera recordar.
La sigo mirando a los ojos. Ella me sigue mirando a los ojos. Desvío la mirada. Otra vez toco el timbre.
¡TUN TUNN!
Recuerdo que mi papá unos días antes de morir me dijo casi exactamente lo mismo: “Quisiera recordar esos viejos tiempos Teresa. Quisiera que tú otra vez me los hicieras recordar”.
Y recuerdo a mi madre diciendo: “Vea Teresa, las épocas siempre se repiten pero con distintos personajes y distintos lugares, los diálogos son casi siempre lo mismo.”
Y me acuerdo de Lorena cuando se lo comenté: “Y sí Teresa, sin embargo uno siempre desea que llegue pronto la escena siguiente. Aún cuando sabemos que no hay nada nuevo bajo el sol.”
ABRE LORENA ¿POR QUÉ TE DEMORAS TANTO EN ABRIR?
Le doy una bocanada al cigarrillo. Miro otra vez a la señora. Le ofrezco una sonrisa falsa, sin ganas.
- Te puedo ofrecer dinero si con eso estás contenta niña. Pero por favor hazme el favor ¿Sí?- dice ella colocando su mano en mi hombro. Mirándome a los ojos. Tirándome a la nariz su mal aliento. Mostrándome toda su soledad. Su mano está fría. Carrasposa. Raquítica. Me da escalofríos. ES EXAGERADAMENTE VIEJA.
Enciendo el carro. Acomodo el retrovisor y los espejos de los lados, siempre los acomodo. Meto el primer cambio y ligeramente voy quitando mi pie del embrague, piso el acelerador hasta el fondo. Voy retrasada por más de una hora.
El viento se cuela por la ventanilla. Cierro la ventanilla. Me prendo un cigarrillo de Marihuana. Noto como mis ojos se hacen pesados pero no tienen sueño. No tengo sueño. Hace días no tengo sueño. Y sin embargo vivo soñando con Lorena. Con sus pecas, con su sonrisa, con sus ataques de histeria. Sueño con ella de arriba a abajo. A veces con sólo verla ya sé que esto es un sueño.
Enciendo el pasacintas. Suena Traición de Azafata. Subo el volumen y canto: ¡PARECE QUE LO HICISTE BIEN, MEJOR QUE LA ÚLTIMA VEZ, ROBASTE UN NUEVO CORAZÓN Y LO LLENASTE DE DOLOR, QUE FÁCIL SE TE HACE EL SUFRIMIENTO SIN RAZÓN, QUE FÁCIL SE ME HACE ODIARTE CON TODO MI AMOR!. Apago el cigarrillo con mi saliva. Me siento bien. Es un buen cuelgue. Soy una sonrisa de oreja a oreja. Soy todo lo que desee. Soy cero paranoia. Soy cero yo.
Vuelvo a cantar: ¡QUE INÚTIL ES QUE SIGA PIDIÉNDOTE UNA EXPLICACIÓN, QUE INÚTIL ES QUE SIGAS EVITANDO MI HUMILLACIÓN, YO SÉ, NO ES NADA FÁCIL PEDIR O PODER DAR PERDÓN, PERO SERÍA MÁS FÁCIL QUE PODERME OLVIDAR DE VOS!.
Mis ojos ahora están más cegatones. Las luces de la noche se vuelven difusas. Sé que estoy cerca de la casa de Lorena. No veo una mierda. Desacelero. Piso el freno hasta el fondo.
¡SHIIINNNNNN!
Necesito gafas.
El auto se desliza varios metros por el pavimento. Mi cabeza da un traspié hacia delante. Mis tetas se aprietan al cinturón de seguridad y me duelen. Pezones erectos al contacto de la correa, eso me excita. Siempre frené así. Lorena está acostumbrada. Una vez mandé a mi mamá a la clínica con el cuello roto, pero nada que fuera grave. No pasa nada.
Excitarme tampoco es nada raro. Me trae recuerdos: Mi papá me enseño a conducir cuando yo tenía catorce años y siempre, cuando iba a meter los cambios, mandaba su mano a mi entrepierna. Mis pantalones, mis calzones nunca estaban en su sitio y era una sensación molesta, insoportable.
Mis ojos se aclaran y veo al otro lado de la calle un edificio que creo reconocer, pero no sé de donde. Un edificio grande, gris y llamativo para la arquitectura del barrio. ¿Por qué lo conozco?
ES EL EDIFICIO DE LORENA.
A veces no aplico lo que predico, a veces espero demasiado de la gente. Que boba soy, con la gente, sean tus dos hijas, sea tu novio, sea tu esposo, sea quien fuere no se puede contar.
Soy una extraña aquí en mi cuerpo. El gorro de goma en mi cabeza evita que por accidente abandone este mundo.
Voy, vengo, camino hacia la derecha, camino hacia la izquierda, corro como alma que se la lleva el diablo hasta el escaparate donde sé que se guardan las pilas para cualquier adminículo que las necesite. Mi mamá está insoportable desde que se le ocurrió la maravillosa idea de enclaustrarse en su cuarto: Me duele la espalda, me duelen las manos, me duele la artritis, me duelen los ojos, tráeme las pilas para el control remoto del televisor, tengo hambre, mija Teresa, apúrese. Mierda, no veo nada y doy un traspié entre la pared y una mesa.
¡PRAFFF!
Necesito gafas.
- ¡No destroces la casa Teresa!- Grita mi madre desde su habitación.- ¿Y que pasa que no me traes esas pilas?
- ¡No destrozo nada mamá! Sólo me tropecé.
Soy torpe, horriblemente torpe. Las paredes y yo somos enemigas. De tanto darme golpes contra ellas ya desarrolle una especie de anticuerpo contra el dolor. Ya los golpes no duelen como antes. Soy torpe. Todo objeto que tenga una textura lisa en mis manos es un peligro, las pilas se me resbalan y van a parar al piso rodando por las escalas.
¡TRIN, TRIN, TRIN!
Mierda.
Bajo las escalas, recojo las baterías. Vuelvo a subir las escalas con cuidado de no tropezar con algún escalón. Estas escalas me traen recuerdos. Una vez, cuando era niña, resbalé en un escalón, rodé por las escalas y me fracture los brazos. Quede completamente inútil durante un tiempo; me tenían que dar la comida, llevarme al baño, bañarme y vestir. A mamá, en ese entonces, nunca se le veía por la casa y papá era el que me cuidaba. Papá cada vez que me bañaba o me vestía se interesaba más y más con mis partes privadas.
UN DEDITO ENTRA AQUÍ, OTRO DEDITO ENTRA ALLÁ.
- ¡Teresa, estoy esperando las pilas!
- Ya las llevo, estoy subiendo las escalas.
- ¡Pero ¿Por qué te demoras, Teresa?!
- ¡Que ya voy!
Subo el último escalón. Empiezo a caminar por el pasillo. Sin querer me quedo lela mirándome en el espejo que está en la entrada del cuarto de mi mamá. Miro mi rostro, mis tetas, me acomodo el sujetador y, acordándome que en una hora voy a estar en una fiesta, se me viene a la cabeza Lorena. Lorena con todas sus pecas alrededor de los hombros. Lorena con su pelo negro tan brillante. Lorena con sus ojos negros y sus labios tan sensuales. Lorena con su piel blanca y sus senos tan grandes.
ESTOY ENAMORADA.
- ¡¿Pero que tanto haces Teresa?!
Entro en el cuarto. Siento un ligero olor a marihuana y veo que en un cenicero puesto en la mesa de noche hay un porro recién apagado, que al lado del cenicero hay varios condones y que no lejos de estos hay un vaso de whisky. Mi mamá está acostada en la cama, tiene un gorro de goma en su cabeza y está desnuda.
VEO SUS PEZONES ROSADOS TAN GRANDES EN SUS TETAS TAN GRANDES. VEO SU SILUETA TAN ESBELTA. SU ABDOMEN PLANO, SU PIEL LISA Y ME DOY CUENTA QUE HEREDÉ ESOS PEZONES, QUE HEREDÉ ESAS TETAS, QUE HEREDÉ ESA SILUETA. ESTOY TAN ORGULLOSA DE MI MAMÁ.
- ¿Qué? ¿Te vas a quedar ahí parada mirándome?
- Mamá ¿Por qué estás desnuda?
- Hace calor.
En la cama, al lado de mi mamá, regadas por la sabana, hay varias revistas porno y una agenda de cuero negro donde se lee con letra imprenta y letras blancas: MIS AMANTES.
- ¿Y por qué ese gorro en tu cabeza?
- ¿Debo darte explicaciones por todo lo que hago?
- No mamá, pero me parece raro que uses un gorro y andes desnuda por la casa.
- No ando desnuda por la casa ¿Se te olvido que no salgo del cuarto?
- No, no se me olvido… mamá ¿Cómo consigues la marihuana y el whisky?
- Ya sabes que generalmente tengo mis invitados.
- Me siento demasiado boba al preguntarte cosas tan obvias.
- Nunca fuiste una niña inteligente Teresa, no tienes porque sentirte boba.
LO DICHO: MI MAMÁ ES INSOPORTABLE.
Camino hacia ella y le entrego las pilas, sonríe mirando con ojos vacíos el control remoto mientras le coloca las pilas, luego hace a un lado las revistas porno, coge el porro del cenicero, lo enciende, le da dos, tres, cuatro fumadas y lo apaga. Deja de nuevo el porro en el cenicero y empieza a pasar canales con el control deteniéndose más tiempo en aquellos con carácter religioso y violento. Mi mamá parece una niña chiquita estrenando juguete.
Estoy cansada: Así me paso los días, con miradas de tedio al espejo observando como mi imagen decae con el paso del tiempo, cómo el cigarrillo destila humo gris partiendo desde mi dedo índice y mi dedo del corazón hasta algún lugar del techo donde sin mucha prisa emprende su fuga a través de las ventanas, cómo para resaltar mis ojos negros esgrimo delineador negro aquí y allá por mis parpados: mis ojos, dos pequeñas y curiosas ventanas oscuras por las que veo pasar la vida.
Teresa me dijo ayer en la noche que saldríamos de fiesta, en una casa muy colosal que queda en la manzana de un barrio que no es muy recomendable, donde habita toda esa gente que viste bien y que en las mañanas se pinta una gran sonrisa en la boca y se polvorea muy bien la nariz; es muy curioso que de las fosas nasales de esas narices tan polvoreteadas y tan bien cuidadas crezcan pelos y esas personas, dueñas de esas narices, se dediquen a horas de arduo trabajo para lucir bien, a la última moda. Teresa y yo no somos así. Por eso es que a TERESA LA QUIERO UN MONTÓN.
En las noches ella y yo nos damos besos cortos, y en el día, con las ventanas cerradas y encerradas en mi habitación que casi siempre tiene colillas de cigarrillos y fotografías a blanco y negro por todo el piso, nos damos besos largos y apasionados. Cuando hay fiestas, como la de esta noche, me besa en los ojos cerrados y es de lo que más me gusta, sentir unos labios fríos, húmedos y con sabor a fresa en la oscuridad de tus parpados tan poco acostumbrados a luz es una experiencia metafísica. Al menos eso es lo que ella me dijo, yo no sé que es una experiencia metafísica. TERESA ES MUY INTELIGENTE.
Mientras espero a Teresa advierto un hilillo de luz que sale por una de las persianas de las ventanas y sé que allá afuera está haciendo un atardecer perfecto para beber cerveza en un parque y luego encenderse un cigarrillo y mirar hacia la nada. Mirar como las estrellas desplazan a las nubes y esperar que llegue lo que quiera llegar, Teresa, la fiesta, el sexo, el tedio, el odio, soñar con juegos pirotécnicos. Mi hermana que murió cortándose las venas hace no mucho tiempo siempre me llevaba a ver juegos pirotécnicos.
Sí, es un atardecer perfecto y probablemente no sea tan largo, lo cual agradezco. Estoy cansada.
Teresa me dijo que pasaría primero por la casa de su mamá, que luego vendría a la mía. La fiesta empieza tarde. En fin, con la cabeza apoyada en la almohada de leoncitos marinos bien lindos voy a darme un sueñito. Ya sonara el timbre y me despertara. TERESA, NO TE DEMORES.